viernes, 12 de octubre de 2012

el regalito


Una vez en estaba en una tienda de CyA comprando un regalito para un cumpleaños y se me acercó un empleado semi formal para ofrecerme una tarjeta de crédito interna.  Decidí a escucharlo porque a veces a las amas de casa nos sobra tiempo. 
Entonces me explicó los beneficios de la tarjeta, los descuentos que me habrían de hacer, y un grupo de novedades muy exitantes para él. Le preste atención lo suficiente como para que él creyera que podía pedir el plástico adorado. Y sacó su planilla para anotar mis datos, aún cuando yo no le había dado por aprobada la operación. Lo primero que me preguntó fue mi profesión y yo le dije sin vergüenza (eran más o menos las 11 de la mañana y todos mis conocidos estaban en su trabajo, y nadie me iba a oír): "Soy ama de casa".
La estúpida sonrisa que había tenido mientras trataba de convencerme se le borró de un sopetón. Pasó la página al final del pilón y apenas murmuró: "Ay... bueno, disculpá es que no....". 
Yo aproveché ese instante de duda y le retruqué: ¿ Algún problema?
" -No, no..." intentó explicarme. " -Es que como Ud. no tiene un sueldo..."  y seguía -"Eh...¿su marido de qué trabaja?" continuó el infeliz.
"-! PERDON!" " -!Yo no te voy a decir de qué trabaja mi marido!"
le grité.
" -Es que necesitamos una referencia por el monto que se le va asignar." Y el muy idiota insistió: -¿ Ud. no me puede dar un teléfono de él así chequeamos..."
Salí de la megatienda indignada, no compré nada y mietras caminaba enfurecida por Cabildo recapacité: !qué gran estrategia para evitar ser acosada por promociones y descuentos absurdos!
Y así fue que aplico siempre esta técnica cada vez que queiren vender algo al pedo:
"-! No, dejá, soy ama de casa!" y te huyen como si fueras un perro sarnoso.
Que gasten en boludeces las profesionales.
Igual, tuve que ir a otro negocio a comprar el regalito.

sábado, 15 de octubre de 2011

la abogada

Curiosa revelación tuve hoy al escuchar el motivo por los cuales mi cuñada decidió ser abogada.
En un cambio de escuela le tomaron un exámen nivelatorio para ver en qué grado la ubicaban. No le fue muy bien y fue tal la decepción que la niña le hizo sentir a la madre, que esta le dijo textualmente:
- ¡Mirá, si no servís para estudiar,  te ponés a barrer!  Le dio una escoba y la mandó al fondo.
La pequeña blonda no lo dudó ni un segundo y pensó: ¡ Entonces estudio!
Y años después entró a derecho, logro hacer un carrerón y hoy tiene un puestazo en la justicia, superó ampliamente en sueldo a su propia madre, se viste con buenas marcas como en esas películas de abogadas tops, y encima le encanta su laburo.
Fregar, lo que se dice fregar, no friega; pero cocina muy bien ( un poco salada la salsa, pero la pasta frola le sale bárbaro).
Hoy me saco el sombrero por una profesional abnegada y la incluyo como una invitada especial a este blog tan doméstico.
Ah, aquella vez  no bajó de nivel. La madre hizo tal escándalo que la dejaron en su grado.

martes, 13 de septiembre de 2011

recetas

La perdición de toda ama de casa son las recetas. Encontrar esos trucos y secretos únicos que permiten que una comida sea fuera de serie, o que una torta sea el comentario de toda la familia.
Sin considerarme una experta puedo afirmar que la única receta valiosa, aquella que nunca va fallar, es la que se repitió incontadas veces, que se probó en tantas navidades que ya nadie se acuerda de cuándo salió mal.
Porque va a salir mal.
La primera, la segunda y la tercera. Recién en la cuarta se va ir mejorando y en la séptima o novena va a estar genial.
Pero en la catorceava puede volver a fallar, porque fue hecha de memoria, y la memoria es traicionera. Entonces se vuelve al puesto noveno, y así se sigue. En consecuencia, se va mejorando.
El otro gran secreto es tener cuatro o cinco platos de referencia, algo así como la marca propia.
Las mías son: un lemon pie diferente (receta pasada por mi tía Ñore, repostera de oficio),
un bizcochuelo de vainilla del recetario de La Serenísima ( la del pote: 1 pote de crema, 1 pote de azúcar, 1 pote de harina),
pollo al pimentón dulce,
y la cassata navideña.
Claro que el libro de Doña Petrona es imbatible en cualquiera de sus recetas.
Una vez escuché a una amiga alabar el risotto de su madre, y la progenitora, ahí presente, le contestó con algo de mufa: - 
! Si hace treinta y cinco años que preparo risotto, cómo no me va salir bien!
Paciencia, junto con las canas y las arrugas llegan otras dotes.

domingo, 4 de septiembre de 2011

reciclado


Mis tías abuelas tejían unas bolsas con tiras de sachet de leche.
No era cualquier sachet, usaban La serenísima, y esto les daba a las bolsas una tonalidad blancuzca salpicada por manchitas rojas y azules. Era de lo peor que se ha visto en el mundo del mal gusto, sin embargo a mí me provocaban mucha curiosidad. Y me preguntaba para adentro quién de las cinco hermanas las haría, cómo sería el tejido, en fin... cosas que nunca le pregunté a ninguna y hoy están en mi cabeza.
Lamento no tener fotos, porque a veces me siento una loca contando esto.
Extrañamente me sorprende ver que cuatro generaciones mi hija de 8 años hace carteritas con envases de cartón de leche de cartón, como si siguiera ese lazo invisible del reciclado doméstico. 
Y a éstas sí les saqué fotos.




domingo, 28 de agosto de 2011

la publicidad


El ámbito hogareño fue siempre el paraíso del consumo. Muebles, juguetes, electrodomésticos, computación, ropa, etc...
Un hogar no sería un hogar sin cosas compradas. La familia y el consumo paracerían ir de la mano y cuando mayor es la primera, más altas es el consumo.
Las empresas que fabrican estos productos conocen esto a la perfección, pero lejos de dejarnos elegir a nuestro antojo, recurren a la publicidad para hacernos creer que siempre nos falta algo.
Y la publicidad odia a las amas de casa. Porque la publicidad necesita ser sofisticada para despegarse de la triste realidad y mujeres que limpian todo el día, que buscan el mejor precio, que tratan de evitar lo superfluo, no son lo que dice el panorama ideal de los creativos.
Es por eso que nos subestiman y nos tratan como retardadas a la hora de hacer comerciales de productos que no queremos pero sí necesitamos. Y para esto despliegan un abanico de personajes absurdos y mentiras despiadadas. 
Un súper musculoso que pretende hacernos creer que se limpia sin fregar, una actriz devenida documentalista que se mete en una casa cualquiera a cambiar la pastilla desodorante del inodoro, el concurso de cuál jabón deja más blanca la ropa. 
Los comerciales más fantasiosos pretenden sacarnos información sobre qué nos gusta más a través de ficticias páginas web que nos invitan a contar una historia, a decir qué mancha nos dio más trabajo quitar, o cuál es nuestra prenda favorita.

Y no es cierto que lo nuevo limpia mejor: no hay como el jabón en pan para lavar la ropa, la lavandina sigue siendo un gran aliado "sacamugre", y un detergente común puede lavar los platos y limpiar los vidrios. Si los vasos y las ventanas están hechos de vidrio, por qué usar diferentes productos para limpiarlos?
Y termino brevemente mi rechazo abierto a la publicidad señalando que el odio que sienten por nosotras es tan alto que cuando tienen que vender consmética (cremas, maquillajes, shampúes) usan súpermodelos jóvenes e inexpresivas, con las que es imposible sentirse identificada. La coquetería parecería ser terreno excluyente de las híperprofesionales, como si las amas de casa no nos maquilláramos, ni pensáramos en vernos más hermosas después de un día agotador. Nada más falso.

miércoles, 24 de agosto de 2011

el primer paso



Hay muchímas mujeres que sienten orgullo de haber aprendido de sus madres y abuelas el noble oficio de ocuparse del hogar y la familia. Culturas enteras se basan sobre ese principio.
No es mi caso.
Yo elegí ser ama de casa, no lo heredé.
Un día me planté, dejé de lado profesión, carrera y sueldo, para abrazar aromas caseros, entrar y salir del jardín de infantes a mi antojo, y aprender a disernir cuando el carnicero te da mala carne, entre otras cuestiones insólitamente útiles.


Embarazada por primera vez, me sonaron todas las alarmas pensando en cómo iba a ser para cuidar a mi bebé y seguir trabajando.
Entonces busqué una guardería cerca del trabajo para poder amamantarlo.  El nombre de "guardería" es mucho más apropiado que  "jardín maternal". Nada menos maternal que dejar a tu bebé todo el día.
Ya en el trabajo, me escapaba al baño a exprimirme las tetas con un aparatejo quasi medieval (el sacaleche) que hace que la leche le llegue al bebé dios sabe en qué estado. Atendiendo las instrucciones de dicha calamidad corporativa la leche queda intacta, sabrosa y nutritiva, para que tu hijo la rechace porque le dieron una mamadera calentita con leche de vaca. Cómo culparlo, él está ocho horas encerrado entre olores rancios, llantos y gritos. 
Eso sí, a fin de año va a estar diviiiiino disfrazado de pollito, bailarín de mambo, o uva ( juro que a mi hijo le tocó actuar de uva).
Y un día llegaron las vacaciones: las de invierno, las de verano, las de la gripe A, y me dí cuenta de que apenas tenía dos semanas libres en el trabajo, y que a él le tocan tres meses y medio de colonias infernales. Y que por más que las maestras se cambien el delantal por uno más florido y veraniego, los 38 grados soporíferos se los traga solito solito, brotándose como germinación de porotos.
Entonces me enteré del segundo embarazo y creyendo que ya tenía resuelto el tema profesión y cuidado de bebés, la pequeña me salió con otro carácter, con otros tiempos, con otras caras a la hora de quedarse en brazos de una desconocida que a mí me resultaba útil. 
Al fin caí, como viendo todas estas escenas de los últimos 2 años rebobinándose en VHS, entendí que era el momento de dejar de trabajar. Porque pensé que llegarían otras vacaciones y no tendría el tiempo para ir con ellos al zoólogico, y otro verano en el que chapotearían en una pelopincho antireglamentaria con el agua meada. Y sin mediar demasiada reflexión se lo escupí a mi marido una noche antes de dormir. 
Creo que el shock todavía le dura. 
Él me había conocido jóven y orgullosísima de pagarme la universidad privada de mi bolsillo mientras me esforzaba por mantener la beca, y además buscando la forma de hacer carrera también en un ámbito laboral. Lo que se dice un escenario ideal, que se desmoronaría por completo al tener un sólo ingreso en lugar de dos.
Pero no lo dudé ni un segundo y sigo pensando día a día, que es la mejor desición que tomé en mi vida, ya que dejar de lado la profesión para criar a los hijos, no es un sacrificio sino un privilegio.



la profesión

Para realizar un blog hay que hacer un perfil. Dicho perfil tiene la función de explicar quién es la persona que escribe. Para ésto hay una serie de casilleros que llenar, igual que en un formulario, donde te piden que pongas tu sexo, edad, gustos, y a qué te dedicás. Obviamente la opción ama de casa: !no existe!
No se considera que un ama de casa haga un blog.
Por eso en mi perfil dice Biotéctnica, o algo parecido.